Almuerzo Temprano ~ (Libre)

Reí.
- Dieciséis - le contesté. Podría haber agregado "y medio", pero quedaría como muy pendiente del tiempo, y no era la idea. - ¿Tú cuantos? - pregunté, viendo cómo saltaba de una mesa a otra. Evidentemente, le importaba poco y nada lo que pensara la gente que podía entrar. Aunque, si esa gente tenía su escritorio en la dirección, tal vez le ponga una sanción. O, más probable, me regañaría a mí y le aconsejaría a Aleera que no se juntara con "malas compañías".

Una estampida de estudiantes irrumpió en la cafetería, dejando ver claramente los diferentes grupetes establecidos. Parecía que cada uno tenía una mesa asignada, ya que se dirigían a ellas en masa y se sentaban charlando animadamente. Algunos entraron sobre skates, otros llevando libros abrazados al pecho. Los Wildcats tenían sus distintivas chaquetas rojas, y botaban balones de baloncesto por todos lados.
- ¿Saltarse clases? - sugerí, volviendo la atención a Aleera. Fue lo primero que se me ocurrió, puesto que ya lo habiamos hecho. Además, saltarse clases era la acción básica antes de una broma pesada, ya que no habia testigos que pudiesen delatarte mientras preparas tu travesura.

Seguí con la vista la dirección hacia donde me señalaba, asintiendo cada vez que acertaba.
Vi como agregaba las comillas, y reí entre dientes.
- Correcto - le dije, echando una última ojeada a las porristas. Dios, si alguna vez buscabas una persona hueca, no debías dudar en recurrir a ellas.

Negué con la cabeza.
- Me parecen infantiles - le recordé. No le diría que no pertenecía a ningún grupo, ya que parecería una antisocial. De algún modo así era, pero nunca lo admitiria en voz alta. A decir verdad, sentía que no encajaba totalmente en ninguno de los grupos, ya que no era ni demasiado inteligente, ni deportista, ni me gustaba tocar ningun instrumento, ni sabía cantar, ni actuar, ni andaba en skate, y las porristas me caían mal.

Sonreí. Estiré los brazos y me tapé la boca para bostezar. La comida me daba sueño. Por poco que comiera, siempre era así. Extraño, pero real.
- ¿Qué sugieres hacer ahora? ¿Qué clase tienes? - le pregunté. Como ya habiamos terminado de comer, no veía qué más podiamos hacer en la cafetería.

No pude contener una risa por eso.
- Bueno, si quieres compañía, no tengo problema con faltar a Francés - dije.
El idioma no era mi fuerte. De francés sabía poco y nada. Tan solo pequeñas frases básicas, como "Je suis Lucy" y punto. Ahí acababa mi conocimiento.