Apenas ingresando...

Llegué al instituto y caminé por los pasillos con la misma naturalidad de siempre. Me sobresalté al ver a una chica nueva que deambulaba medio perdida por los pasillos. Me paré en frente de ella rapidamente:

Hey! Eres nueva cierto?? Yos oy Tiara, tu eres...?

de repente llegue al pasillo y vi que estava Tiara con una chica que no conocia, y pense que le iva a hacer una de las suyas asi que interrumpi la conversacion para tomar a la chica nueva y decirle
:

hey Tiara que tal me permites un momento haaa... como te llamas disculpa?

Entré con la mochila colgada en un hombro, mirando alrededor. Cerca de la puerta habia tres chicas. Dos de ellas miraban a la tercera, al parecer intentando captar su atención. Observé a la chica rubia, la del medio, intentando reconocer su rostro de algún lado.. Tal vez la acosaban de tal forma porque era una celebridad.

"Me llamo Aleera" dijo la chica rubia. Me sorprendí al ver que inconscientemente me habia acercado lo suficiente como para escuchar lo que decían. Miré a las otras dos chicas y me adelanté.
- Un placer Aleera - dije, sonriendo de lado, tal vez un poco burlonamente. Esas sonrisas ya eran involuntarias; no podía evitar esbozarlas cuando algo me causaba un poco de gracia, por más tonto que fuera. En este caso, el "chiste" era mi repentina aparición en la escena, totalmente colgada. No daba risa, pero yo no controlo mis expresiones faciales.

Lo siento, se me olvido -.-'

A simple vista la chica parecía apenas una niña pequeña, y con sus gestos incrementaba la idea. Me señalé a mí misma al responder.
- Lucy - le dije, simplemente. Ya le habia dicho que era un placer y bla bla bla, y no tenia intenciones de repetirlo. Me limité a mirar a las otras chicas, esperando sus respuestas. Extrañamente, habian permanecido calladas hasta ahora. No es que las conozca, pero me habian resultado más charlatanas.

Asenti con la cabeza a Lucy, al parecer las dos pensabamos que ya hhabiamos dicho "un placer" e "igualmente" y no volveriamos a repetirlo, le sonrei divertida.
Mire a las otras dos, que se habian quedado calladas, pero aun asi esperaba con los ojos brillantes y abiertos que dijeran su nombre.

Bajé levemente los párpados y alcé las cejas, en una expresión de aburrimiento. ¿Por qué tan calladas? Miré de soslayo a Aleera, y deslicé la vista otra vez hasta las interpeladas. Ya cansada de esperar, decidí que era momento de romper lo que empezaba a ser un incómodo silencio.
- ¿Ya encontraste tu casillero? - le pregunté a la chica nueva.

Vaya. De modo que ni siquiera habia tenido tiempo de hacerse un lugar en el instituto. Me preguntaba quién la habia secuestrado primero. Tenía serias sospechas de Tiara Gold, ya que era como más.. ¿metida? ¿efusiva? No estaba segura de cuál era el calificativo correcto.
Agité la cabeza y tomé a Aleera de la muñeca, tirando de ella levemente.
- Entonces vamos - le sonreí.

- Sé dónde está el director - aclaré. Por más mal que me cayera el tipo, primero debíamos ir a verlo a la dirección. Suponía que él tenía la respuesta a nuestra duda. Ya imaginaba sus palabras cuando me viera ingresar a su oficina "Oh, Plank ¿Qué has hecho esta vez?" Era su típico saludo desde aproximadamente dos meses luego de que empezara a ir a East High.

Me limité a reír en respuesta. Ya perdía la cuenta de las veces que me habian enviado a la dirección. Pero generalmente eran por tonterías. La Darbus era especialista en la frase "Plank, castigo" y cuando ya no me soportaba pintando su estúpida escenografía, me gritaba "A la dirección, Plank!".
Insisto, mis visitas al señor querídismo director, eran en su mayoría por tonterias. Como aquella vez: estaba en todo mi derecho de negarme a rendir el examen. Este es un pais libre ¿o no? Todo lo que habia dicho fue "No, gracias, no haré el examen" y cuando me preguntaron por qué, habia sido completamente sincera "No estudié, ni pienso estudiarlo. El tema apesta". Y me mandaron a la dirección por reirme de la vena sobresaliente en la frente del profesor.
¿Qué culpa tengo yo de que los profesores sean tan nerviosos?
Al fin llegamos a la sala del director, y toqué la puerta.

Le puse mala cara al hombre cuando pronunció su frase célebre, pero mi expresión mutó a una de perfecta perplejidad al ver cómo parloteaba sobre Aleera. ¿Una estudiante de diez? ¿El nivel de Gabriella Montez? ¿Su familia ofreció dinero al instituto? Y eso que ya empezaba a caerme bien. Bueno, al menos no era engreída.
Alcé las cejas y miré al tipo con cierta reprobación.
- Necesitamos el numero de casillero de Aleera, direc - le dije con completa confianza. Sabía que odiaba que lo llamara así, pero ¿Qué importa?

Miré interrogatoriamente a Aleera mientras el hombre buscaba en su desordenado cajón. Le sonreí radiante cuando anunció la ubicación del casillero, pero luego puse los ojos en blanco (sin intentar esconder el gesto) cuando acotó lo de las malas influencias.
- Como diga, direc - repliqué, de un modo algo sarcástico. Le dediqué una veña antes de salir con Aleera de vuelta al pasillo.
Reí ante lo que dijo ella.
- Lo sé, me odia - exclamé divertida -. Pero no le hago caso - rodé los ojos otra vez.

Reí, y la tomé del brazo para guiarla por el camino correcto. Debía admitir que me sentía halagada por el hecho de que Aleera quisiera aprender de mí. Pero si lo que quería era una vida tranquila y sin problemas, no le convenía en absoluto. No dije nada, dando por hecho que sabía perfectamente lo que hacía.
- ¿Quién es Elisa? - le pregunté con curiosidad. -. Por aquí - agregué, tomando otro pasillo.