Apenas ingresando...

No pude evitar arrugar un poco el ceño cuando Aleera comentó que la hacían estudiar todos los días. Me parecía excesivo, aunque eso podía explicar sus buenas calificaciones.
Reí con lo de ser más libre. Tenía la sensación de que esta chica y yo nos entenderíamos muy bien.
- Claro que te entiendo - repuse, divertida, a tiempo que llegabamos junto a los casilleros. Le señalé uno -. Este es el mío - le expliqué, y luego deslicé el dedo hacia la izquierda, apoyandolo sobre la superficie del contiguo -, y este el tuyo.

Reí, mientras tambien abría mi casillero y miraba su contenido. Había un frasco de perfume al fondo, y muchos libros y cuaderos apilados. Aplastados debajo de estos, se hallaban incontables papeles, tanto de apuntes olvidados, como dibujos en momentos de aburrimiento y alguna que otra fotografía.
Las fotos que más me importaban estaban pegadas a la parte interior de la puerta, junto con un anotador que supuestamente era para recordar las tareas, pero que en lugar de eso habia dibujado una carita feliz y nunca más lo habia utilizado.
- No te hagas problema - le dije a Aleera, sonriendo -. Sí, tengo un hermano. Está en la universidad - dije. Él era mi familiar favorito, y lo extrañaba un montón. No pude evitar dirigir mi mirada hacia la puerta del casillero, hacia la foto que nos habian tomado de pequeños. Él me llevaba en su espalda, y yo reía a carcajadas. Era tierna, supongo.

Asentí, sonriendo con cierta nostalgia. Casi al instante agité la cabeza; no debía perder la compostura de aquella manera. Terminé por encogerme de hombros, y esperar a que Aleera acabara de ver la foto para cerrar el casillero de una vez.
- Sí, igual hace tiempo que no lo veo - comenté, quitandole importancia al asunto.

Reí.
- No creo que existan tan así - puse los ojos en blanco. Y si existiera un hermano con esas cualidades.. creo que sencillamente no lo soportaría -; quiero decir, ellos tambien deben tener vida propia - sonreí de lado -. Creo que un hermano mayor normal no está tan pendiente de su hermanita.

Reí.
- Esta bien, está bien - dije entre risas. Tenía razon. Habia mezclado lo que prefería yo, con lo que esperaba ella de un hermano mayor. Respecto a lo de proteger.. podía ser. A Gary no le gustaba que llorase, y siempre intentaba distraerme para que no me sintiera mal. No lo lograba, puesto que cuando tenía cinco años los videojuegos me aburrían, ya que no coordinaba los botones. - Hm.. sí, supongo que en eso tambien llevas razón - sonreí.